Para volver a empezar...

jueves, 19 de abril de 2012

Ayer, girando la llave tres veces, cerré todas las puertas que abren mi vida.

Me cansé de que el aire entrara sin permiso y enfriara el calor que tan tiernamente el sol me dejaba, al entrar mimoso por mi ventana.

Ayer, vi, cómo la impaciencia desordenaba los cajones que repletos de ideas y llenos de color, morían al deshacerse entre sus temblorosas manos y en una esquina, acurrucada y resignada, la paciencia, dormía...

Me olvidé, que el olvido no cura, y si las horas no avanzan y si el tiempo no para, el reloj se rompe bajo la lluvia, y ésta sin llamar, pasa silenciosa ahogando las suaves alfombras; escarchando la pintura; corrompiendo la madera que sujeta mis mojados pies.

Ayer, cerré las persianas, para que las luces se encendieran solas y así iluminaran al desorden, que asustado, se escondía tras la puerta del desván.

Me crispé, al sentir a la decisión hablar alegremente con la apatía; mientras en la cocina, la comida se pegaba en el ennegrecido aluminio.

Ayer, cerré las puertas, después de que mis sordos gritos expulsaran de mi hogar el seductor frío, que cual Don Juan, conquistó con bonitas falacias a la bella ilusión, que inocente y amorosa, olvidándose del miedo, le entregó su inmenso corazón.

Me enfadé y mientras recogía de mi suelo pedacitos multicolores, mojados por las lágrimas del cielo, esparcidos por toda la casa al dejarse arrastrar por el fuerte aliento del universo… fue entonces, en ese momento cuando decidí, cerrar todas las puertas de mi casa, girando tres veces la llave en cada una de sus tres cerraduras.

Ayer, cerré todas las puertas que abren mi vida, no sin antes olvidarme, que en el desván, el gran ventanal que mira hacia el mar, tiene rota la cerradura…


Flor imperial

jueves, 5 de abril de 2012

Me retiro. El juego continuará sin mí, repleto de fichas descoloridas saltando de un lado a otro, tintineando sobre nerviosos dedos, intimidadas al sentirse observadas.

Me voy. Sabiendo que mi ausencia, llenará la mesa con nuevas manos dispuestas a ganar, mientras el humo revolotea sabiendo cual va a ser la próxima jugada.

Me retiro. Sabiendo así, que no perderé ninguno de mis pequeños triunfos.

Me voy. Sonriendo a mis oponentes, mientras mis cartas se desnudan ante todos sobre la mesa, siendo las ganadoras.

Me retiro. Sintiendo en la cara el calor de la pequeña llama que enciende mi cigarrillo, y que con su niebla, por un breve instante, oculta mi triunfal rostro ante la deseosa mirada del organizador de la partida.

Me voy. Estrechando la mano de mis oponentes, deseándoles una suerte que no les pertenece; deseándoles un final que jamás conocerán.

Me retiro, lentamente, contoneando mis caderas al ritmo de la música de mis tacones.

Me voy, sin mirar atrás, sabiendo que el camino lo marcará el insinuante aroma de mi perfume.

Me retiro, me voy, caminando sobre la mojada noche, buscando tras el aterciopelado cielo, la luz que ilumine el silencio de mi victoria.

Me voy, me retiro…escuchando sus firmes pasos, oyendo el leve tintineo de las monedas en sus bolsillos; sonriendo al saber, que yendo tras de mí, él también sonríe.

Me retiro, me voy…hasta la próxima partida…