Conversaciones de ascensor...(4ª parte)

domingo, 20 de diciembre de 2009
20:26h
Me arrastro, casi literalmente, con unas ganas terribles de llegar a mi casa, darme una ducha y desparramarme en el sofá con algo para comer y hacer que veo algún programa de la tele… demasiadas horas de trabajo y encima…no sé para qué… ¡ay! Bueno continúo… Abro la puerta y al levantar la mirada veo a mi vecina, puerta con puerta vivimos. Bien, la saludo sonriente, ella a mi también y voy al buzón a recoger mis cartas mientras ella espera que llegue el ascensor. Hasta aquí todo bien, normal, como suele ser, pero en unos pocos segundos todo cambia, justo cuando cierro el buzón y me doy la vuelta hacia el ascensor…

Vamos a ver, yo reconozco que mi uniforme de trabajo no es bonito precisamente, y que las ojeras y la palidez de mi rostro, fruto del cansancio y sueño acumulado, pueden asustar un poco, pero aún así no creo que sea tan horrible subir en el ascensor con servidora, porque al menos mi perfume huele muy bien, que por eso pago un dineral por él…

Pues no, las puertas del ascensor se cerraron delante de mis narices con mi vecina, la de puerta con puerta, dentro. Y yo ahí, mirando como se cerraban con cara de alucine total. No pensé, simplemente reaccioné subiendo las escaleras, tan rápidamente como pude para encontrármela antes de que entrara a su casa. Y pensar que días atrás la estuve esperando sujetándole las puertas del ascensor mientras ella se peleaba con el carrito de la compra…en fin…. Cuando llegué a mi piso allí estaba abriendo la puerta de su casa y al verme, me sonrió y volvió a saludarme. Una de dos, o todavía después de verme un montón de veces y saber de sobra que vivo al lado, no se ha enterado de que soy su vecina (… despistadilla la muchacha…) o que en su país no tienen la costumbre de subir en el ascensor con más personas (en cierta forma comprensible). El caso es, que en ese momento aluciné mas todavía, pero al pensarlo durante 2 segundos, me dí cuenta, de que aunque las formas no fueran del todo correctas, esa es la única manera de evitar una absurda e incómoda conversación de ascensor.

Conversaciones de ascensor...(3ª parte)

sábado, 5 de diciembre de 2009

15:17h (aproximadamente)


Salgo del garaje abriendo nada más y nada menos que tres puertas, escandalosas, tanto en el color que tienen como en el ruido que hacen, pesadas, muuy pesadas y la cerradura de la última siempre se me resiste. Llego al portal a la par que mi vecina, creo que vive en el cuarto pero no lo tengo muy claro, que entra desde la calle.
-Hola
-Hola.
Nos saludamos muy sonrientes, miramos desde la distancia el buzón esperando que si una tiene carta, la otra no, para así pasar el menor tiempo posible frente al ascensor. Pulsamos el botón y observamos la luz que tiene, esperando que las puertas se abran ya, pero no, en estos casos el ascensor esta arribita del todo y tarda en bajar el doble, que digo yo, el triple de tiempo (…creo que me quedo corta…)
-Vaya pues si que tarda...
-Sí, y con el hambre que tengo...
-Yo también tengo hambre que desde el almuerzo…
- Sí hace una eternidad...
Es inevitable el movimiento de cabeza. Tooodo el rato asintiendo, palabra que sale de la boca: vaivén de la cabeza de arriba abajo y entre palabra y palabra se aprietan los labios, intentando así imitar a la simpática sonrisa. Se mira casi de reojo al sujeto de nombre “vecino” y al ascensor con miradas cortas y rápidas. Entramos en el ascensor, nerviosos y con la mirada fija en el suelo, el techo o la pared, nos plantamos en el rectanguloso habitáculo, iniciando una mini guerra de botones numéricos (sí, del cuarto…) y ya dentro del ascensor…
-Bueno… (Asintiendo de nuevo)
(Y un resoplido) - ¡¡qué calor!!
-Sí, mucho y no es normal para las fechas que estamos
-No, seguro que un día de estos nos levantamos con todo “nevao”
- Sí, es verdad, seguro…
Mientras, se abren las puertas del ascensor y salgo de un brinco al rellano despidiéndome tan rápidamente que casi ni se entienden mis palabras, igual que mi vecina, que parece que está intentando cerrar las puertas del ascensor manualmente con tal de perderme de vista.
Creo, que yo dentro de casa y ella subiendo sola en el ascensor, hacemos exactamente lo mismo: nos apoyamos en la pared a la par que suspiramos aliviadas por haber acabado esa tediosa conversación de ascensor.

Siempre fue su nombre

viernes, 4 de diciembre de 2009





Siempre fue su nombre.
Era lo único que conocía y ni siquiera era real.
No imaginé conocerlo, no pensé que esa pequeña llama iluminaría su rostro, no creí que nuestros ojos se mirarían sin pestañear y que recordarían un momento cubierto por un difuso velo embriagador.

No lo creí, pero siempre lo recordaré.

Quizás, si no hubiera recordado aquel momento, me hubiera olvidado, pero volví a escuchar su nombre.
Y de nuevo, empecé a volar.

Palabras son pocas las que nos dijimos, no había tiempo para más, pero en mi mente nuestras conversaciones son infinitas y su voz siempre es la misma, una voz que no recuerdo, pero que me niego a olvidar.
Bastará con haberlo visto sólo tres veces para pensar que es parte de mí, que necesito que así sea y ni siquiera sé por qué.
En mi imaginación es perfecto, todo es real, aunque sepa que debo despertar, no quiero hacerlo, no quiero dejar de soñar.
Porque quizás así, no se olvide de mi nombre.