Periodo de adaptación

martes, 26 de enero de 2010
o...sabía que era rara pero no tanto...

Hoy, me he dado cuenta de un dato bastante importante en mi vida, un dato, que creía estaba bastante claro, pero parece ser que no es así…hoy…me he dado cuenta…dónde vivo.
A ver…la primera sorprendida he sido yo, creí, que ya tenía superado todo eso de la adaptación, la cual por cierto me llevó por el camino de la amargura los dos primeros años y…creía que ya me conocía el camino pero…va a ser que no…bueno hasta hoy. Estaba llegando de un viaje corto y al entrar en la ciudad, he mirado un momento hacia arriba, hacia un puente y detrás de él, allí en el fondo, con una iluminación dorada está uno de los más bellos monumentos de esta ciudad. Han sido sólo unos segundos, pero cuando he visto la catedral al fondo, me he dado cuenta y no he podido evitar decir: “…Pero, si estoy viviendo aquí…”
Es raro, lo sé, pero las rarezas forman parte de mi vida y aunque me sorprendiese en un primer momento, después no le he dado más importancia.
Pero he llegado a la conclusión de que si vuelvo a marcharme para vivir en una ciudad a la que llegue sin ninguna motivación y con la esperanza de abandonarla pronto, que pase el tiempo y no sea así, el periodo de adaptación hasta darme cuenta de que estoy viviendo ahí y considerarla mi hogar será: …de 8 años……. ¡La leche!



Y con esto concluyo; gracias Fito & los Fitipaldi, por hacerme sonreír mientras canto estas palabras vuestras con la que me siento profundamente identificada…”…Raro, no digo diferente digo raro, no sé si el mundo está al revés o soy yo el que está cabeza abajo…”

Año de nieves...

domingo, 10 de enero de 2010



Está nevando.
En menos de una hora se ha cubierto toda la ciudad de blanco.
Llevará unas tres horas nevando, unas veces más, otras un poquito menos, pero desde que empezó, estoy pegadita a los cristales de las ventanas. Sí, porque me voy cambiando de habitación para ver la nieve caer. Y sentir de vez en cuando, como moja mi cabeza y golpea mi mejilla derecha. Cambiar de habitación, ir a la que da al sur, y sentir los copos de nieve en la mejilla izquierda... Sí, abro la venta paso un poquito de frío y sonrío como los niños que ya están jugando en la calle.
El único momento en el que me he sentado ha sido para escribir, pero al ladito de la ventana, para seguir viendo caer la nieve.
Es precioso verla caer, me da calma (y más ahora, que estoy de vacaciones y no tengo que coger el coche para nada..) y siento también, un poco de nostalgia hacia algo desconocido, pero sobretodo calma, mucha paz y serenidad.
No puedo explicar porqué, pero es así. Verla, sentirla derretirse sobre mi cabeza, en mis manos... y olerla, sí, porque la nieve huele... a frío... a blanco hielo y aunque suene extraño decirlo, la nieve, huele a nieve.

Móvil en ristre, por mi amigo Chopper:




FELIZ AÑO A TODOS