Me arrastro, casi literalmente, con unas ganas terribles de llegar a mi casa, darme una ducha y desparramarme en el sofá con algo para comer y hacer que veo algún programa de la tele… demasiadas horas de trabajo y encima…no sé para qué… ¡ay! Bueno continúo… Abro la puerta y al levantar la mirada veo a mi vecina, puerta con puerta vivimos. Bien, la saludo sonriente, ella a mi también y voy al buzón a recoger mis cartas mientras ella espera que llegue el ascensor. Hasta aquí todo bien, normal, como suele ser, pero en unos pocos segundos todo cambia, justo cuando cierro el buzón y me doy la vuelta hacia el ascensor…

Pues no, las puertas del ascensor se cerraron delante de mis narices con mi vecina, la de puerta con puerta, dentro. Y yo ahí, mirando como se cerraban con cara de alucine total. No pensé, simplemente reaccioné subiendo las escaleras, tan rápidamente como pude para encontrármela antes de que entrara a su casa. Y pensar que días atrás la estuve esperando sujetándole las puertas del ascensor mientras ella se peleaba con el carrito de la compra…en fin…. Cuando llegué a mi piso allí estaba abriendo la puerta de su casa y al verme, me sonrió y volvió a saludarme. Una de dos, o todavía después de verme un montón de veces y saber de sobra que vivo al lado, no se ha enterado de que soy su vecina (… despistadilla la muchacha…) o que en su país no tienen la costumbre de subir en el ascensor con más personas (en cierta forma comprensible). El caso es, que en ese momento aluciné mas todavía, pero al pensarlo durante 2 segundos, me dí cuenta, de que aunque las formas no fueran del todo correctas, esa es la única manera de evitar una absurda e incómoda conversación de ascensor.